I Acto de investidura de nuevos doctores de la UR
Transcribo a continuación el discurso que di en el primer acto de investidura a los nuevos doctores y a los premios extraordinarios de doctorado de la Universidad de La Rioja. Un acto, que sin duda, tendrá continuidad y que destaca una de las misiones más importantes de la Universidad.
"Excelentísimo Rector,
Secretario General, doctores y doctoras homenajeados en este acto, compañeros
de universidad, familiares y amigos, bienvenidos a este acto de investidura y
reconocimiento. Gracias Rector por presidir este primer día del doctorado, un
día muy significativo e importante para nuestra universidad pública y de los
riojanos.
Conseguir alcanzar esta meta que
hoy nos reúne ha supuesto un esfuerzo compartido. El primero y fundamental
entre doctorandos y directores. Pero para poder llegar hasta aquí habéis tenido
el apoyo de los servicios administrativos y de la estructura de la EMYDUR. Y este
capítulo de agradecimientos no lo quiero cerrar sin mencionar a quienes han
hecho posible el acto de hoy. A Sagrario, Maite, José y el resto del servicio
de relaciones institucionales y comunicación.
El doctorado perjudica seriamente la salud mental: uno de cada tres
estudiantes está en riesgo. Así titulaba un periódico nacional un artículo que se hacía eco, a su
vez, de un estudio de la Universidad de Gante. No sé si atreverme a realizar
ahora aquí una encuesta sobre nuestra/vuestra salud mental, sinceramente, creo
que actualmente en la universidad española, el riesgo mayor de padecer
cualquier tipo de enfermedad viene dado por la ingente cantidad de burocracia
en la que estamos inmersos. Volveré a ello posteriormente.
Está claro que el doctorado es
una etapa de búsqueda de fronteras. Es una etapa universitaria, la que da
acceso al mayor nivel académico, que busca generar conocimiento, y solo se
puede hacer ensanchando las fronteras de lo conocido. Esto implica esfuerzo, creer
que estas cerca de encontrar la pieza clave para cerrar la tesis, y de repente
ver como esta se desvanece. Pero cuando por fin se encuentra, la satisfacción
no es comparable a nada de lo académicamente vivido antes.
Este hecho hace que las
fronteras del conocimiento no sean las únicas que se rompen. El doctorado nos
pone al límite a nivel personal. ¿Valemos para esto? ¿Seremos capaces de
hacerlo? Son preguntas que nos hemos realizado al enfrentarnos a la tesis. Una
tesis es un proceso de superación personal, y a veces, eso no es fácil.
Pero la preparación de la que
nos dota una tesis doctoral va más allá de formarnos como investigadores o
académicos. La formación adquirida en una tesis es un tesoro que un país no
debería desaprovechar. En este contexto no os voy a contar nada nuevo cuando os
digo la diferente apreciación ante un doctor en España, y por poner un ejemplo,
en Alemania.
Esto se traduce en que la
empleabilidad de los doctores en buena parte de Europa va más allá de la
academia. Las empresas contratan doctores, las empresas necesitan doctores, las
empresas se benefician de los doctores, la sociedad crece con los doctores. En
España estamos lejos de revertir esta tendencia, y si vamos hacía ella, es casi
más por la escasa perspectiva de empleo en el mundo universitario o en el CSIC.
Pero debemos afrontar este
reto. Necesitamos, este país necesita, que vosotros los nuevos doctores
inundéis el tejido productivo, pongáis en valor las competencias que permiten
afrontar nuevos proyectos, las competencias que deberían permitir el preciso
cambio de modelo productivo.
Un doctor es, concededme esta
expresión, el producto estrella de una universidad. Nada como el doctorado da
más sentido al ser y a la existencia de una Universidad. Docencia e
investigación se unen para obtener la esencia universitaria.
Y somos una universidad
pequeña, pero podemos presumir de no haber desentendido nunca esta misión
esencial, y ya en el segundo año de existencia de la institución se defendió la
primera tesis doctoral. En la actualidad van más de 530, demostrando que esta
función de la universidad pública está plenamente consolidada. Poco de
universidad, salvo tal vez el nombre, quedaría si no se cubriera de forma
destacada esta faceta.
No seré yo quien defienda el
incremento de trámites que está implicando el nuevo Real Decreto que regula las
enseñanzas de doctorado. Pero sí que creo que debemos de ver los aspectos
positivos de esta regulación.
Y el primero de ellos, es sin
duda, la creación de las Escuelas de Doctorado. Poner en el centro universitario
la formación de investigadores y dotarles de más herramientas que las meramente
investigadoras. En este sentido, las actividades formativas deben permitir
impulsar, la ya comentada anteriormente inserción laboral, más allá del mundo
académico.
Y como refuerzo para estas
acciones, nuestras Escuelas de Doctorado hermanas de Campus Iberus son unos
socios inmejorables. El programa conjunto en Patrimonio, el concurso Tesis en 3
minutos, las Jornadas doctorales, la primera actividad transversal conjunta,
con DIALNET como protagonista, son ejemplos de estas sinergias que sin duda son
enriquecedoras y nos permiten alcanzar metas que por sí solos nos serían
imposibles.
En este primer día del doctorado de la Universidad de La Rioja los
protagonistas sois vosotros, recientes doctores y doctoras y premios
extraordinarios de doctorado de la Universidad pública de los riojanos. Sois
nuestro mayor tesoro. Y esta región y este país, aunque a veces parezca que no
lo sepa, os necesita."
Comentarios
Publicar un comentario