La industria farmacéutica y la propiedad intelectual
Acabamos de terminar la primera temporada (la
primera vez que se imparte la asignatura en el Grado de Química) de la
asignatura Compuestos orgánicos bioactivos en la Universidad de La Rioja. Una optativa con mucha síntesis
enfocada a la obtención de compuestos de interés biológico. Hemos visto
síntesis de fármacos, de productos naturales y cuales son, desde un punto de
vista de la Química Orgánica, las estrategias más útiles para su obtención.
También hemos estudiado cómo la Química puede mimetizar a la naturaleza para
generar nuevos procesos más sostenibles y a la inversa, cómo podemos estudiar
los procesos biológicos desde un punto de vista meramente químico.
Y hemos hablado de medicamentos. Y de la
industria farmacéutica. Una frase que suelo decir es que las farmacéuticas no
son ONGs. Y estos días ha salido a la palestra una desafortunada frase del
consejero delegado de Bayer: “No creamos medicamentos para indios, sino para
los que pueden pagarlo”.
La frase se refería a la política que India había tomado con respecto a las
patentes. Es una frase desafortunada, pero hay algo más detrás de ello.
¿Qué es lo primero que tenemos que saber de una
industria farmacéutica? Precisamente eso, que es una industria, un negocio y
por tanto con una finalidad de ganar dinero. Nos guste o no esto es así. Pero
es una industria especial, íntimamente ligada al mundo de la salud y con una
inversión en investigación que no tiene comparación en ninguna otra empresa.
Algunos datos para hacernos una idea. Lanzar un medicamento al mercado lleva
más o menos como media, unos 14-16 años, una inversión de 800 a 1000 millones
de euros y empezar con unos 10.000 compuestos que se van cribando en las
sucesivas etapas hasta obtener el ansiado fármaco. La siguiente figura muestra las diversas etapas por las que
van pasando las moléculas candidatas y en donde la mayoría se van quedando.
Años, dinero, trabajo para que al final a lo mejor el compuesto no pase una
última barrera y todo se venga a bajo.
Todos queremos que el fármaco que salga al
mercado sea efectivo y seguro, y es por ello que cada vez más se incrementan los
tiempos (años) y el dinero invertido. Uno de esos incrementos repentinos en
tiempo y dinero fue motivado por el desastre de la talidomida. El riesgo de
estas empresas es altísimo. Y como ejemplo el caso de la farmacéutica PharmaMar
y su fármaco Yondelis. Esta empresa, dedicada a la búsqueda de medicamentos
procedentes del mar encontró, después de un gran cribado de compuestos, un
potencial fármaco anticanceroso. En ese momento la empresa no comercializaba
ningún medicamento, por tanto no tenía ningún ingreso y solo la apuesta de los
inversores por las diferentes vías, bolsa incluida, permitía el avance del
fármaco.
Como curiosidad inserto en el blog un gráfico de
la bolsa (de hecho este gráfico también aparece en mis clases). La cotización
de PharmaMar “progresaba adecuadamente” pero… Uno de esos controles que debe de
pasar cualquier fármaco, en este caso en la agencia americana (Food and Drug
Administration FDA), no fue todo lo bien de lo esperado. La
cotización bajo y PharmaMar estuvo contra las cuerdas.
Por todo esto la protección de la propiedad
intelectual es fundamental en la industria farmacéutica tal y como la
conocemos. Hoy PharmaMar ya comercializa Yondelis contra el cáncer de ovario.
¿Os imagináis que después de unos 20 años y de todas las trabas que ha tenido la empresa
le saliera un competidor que en poco tiempo sacará al mercado el mismo (y
copiado) medicamento?
De una u otra forma esto es lo que está pasando
en la India y por ello las (insisto, inaceptables) palabras del consejero delegado de Bayer. India
quiere apoyar a los fabricantes locales para que produzcan medicamentos
genéricos a un precio más barato y asequible para toda la población sin el
consentimiento del titular de la patente y sin recibir el correspondiente pago
por su uso. ¿Hará esto que las farmacéuticas inviertan en algo que no saben si
saldrá adelante, y que caso de que salga puede ser “copiado”? Evidentemente,
esto es muy peligroso tal y como está montado el sistema de generación de
fármacos.
Y aquí es donde viene otra pata importante del
tema. ¿Tenemos el sistema que necesitamos? Hemos dicho que las compañías
farmacéuticas son negocios, y por tanto invierten en aquello que creen que
generará dinero. Fármacos que se tienen que utilizar todos los días son los
estrellas. Anticolesterol, antihipertensivo, protectores de estomago,
antidepresivos… ¿Y los que no? Aunque parezca mentira las farmacéuticas no
están invirtiendo en algo tan fundamental como en los antibióticos. Son
fármacos más puntuales que precisan de una investigación continua para ir
esquivando la resistencia de las bacterias. ¿Y las enfermedades raras? ¿Esas
que precisan medicamentos que comprarán pocos y por tanto no darán dinero? Es
evidente que son uno de los sectores para los que este sistema no funciona. Y
por supuesto, ¿el tercer mundo? ¿Solo hay medicamentos para los que se lo
puedan pagar? Es necesario implementar otro sistema farmacéutico en el que el
sector público pueda cubrir las carencias, graves, del privado. No creo que sea
fácil pero es obvio que no se puede dejar la producción de fármacos solo en
manos privadas. Pero ojo con prescindir alegremente de las patentes, siempre en su debido punto, para proteger la propiedad intelectual.
Por cierto, todo esto que he comentado no lo
padece otra industria de la “salud”, la industria homeopática. No hay
inversión, no hay investigación, no hay riesgo… no hay medicamento…
NOTA 1. Mientras estaba escribiendo el post salió esta otra entrada de Moléculas a reacción con muy interesantes aportaciones sobre las patentes Química y patentes (I): el litio y el trastorno bipolar de @gomobel. La serie promete!!
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